UNA VISIÓN ACTUALIZADA DEL TRASTORNO POR ESTRÉS PROSTRAUMÁTICO.

UNA VISIÓN ACTUALIZADA DEL TRASTORNO POR ESTRÉS PROSTRAUMÁTICO.

Premio Extraordinario de Licenciatura (1985), Doctor en Psicología (1989) por la Universidad Complutense de Madrid (U.C.M.) y Catedrático de Universidad en la misma. Imparte su docencia en la Facultad de Psicología, en materias del Grado (“Psicología: Historia, Ciencia y Profesión”) y Licenciatura en Psicología (”Introducción a la Psicología”, “Psicología de la Ansiedad”, “Cognición, Emoción y Salud”), Doctorado (”Cognición, Emoción y Salud”, “Ansiedad y Estrés”), Másteres Oficiales y Títulos Propios de Universidad. Cuantiosos méritos docentes y de investigación. Ha publicado más de ciento cincuenta trabajos, con más de cien artículos en revistas científicas. Su obra más conocida es el Inventario de Situaciones y Respuestas de Ansiedad (ISRA) que ha sido traducido a varias lenguas.Editor y Director de la revista “Ansiedad y Estrés”, entre otras. Presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS).

¿Qué síntomas deberían alertar a una persona que ha sufrido un delito de que podría estar sufriendo un trastorno por estrés postraumático?

 

Tras haber sufrido un delito con violencia, como por ejemplo un asalto, es frecuente que aparezcan durante el primer mes una serie de síntomas emocionales que pueden llegar a cumplir los criterios de un trastorno por estrés agudo.

En primer lugar, síntomas de reexperimentación del suceso, que consisten en una serie de recuerdos intrusos, flashbacks (visualización nítida de distintos aspectos del suceso), fantasías, etc., que tienden a provocar malestar psicológico y un aumento de la activación fisiológica. La rememoración y procesamiento de los recuerdos emocionales produce emoción, especialmente altos niveles ansiedad, pero también suelen aparecer otras emociones relacionadas con ira, indignación, culpa, tristeza, etc. Cuanto más se recree la víctima en estos pensamientos, imágenes, recuerdos, fantasías, etc., más aumentarán los otros síntomas que se describen a continuación. Cuanta más importancia le otorgue al suceso (“mi vida no volverá a ser la misma”, “el mundo no es seguro”, “en cualquier momento te puede cambiar la vida”, etc.), más síntomas se producirán también.

En segundo lugar, aparecen incrementos importantes de la actividad de diferentes respuestas del Sistema Nervioso Autónomo (que regula las vísceras y la piel), del Sistema Somático (que regula la tensión muscular voluntaria), del Sistema Endocrino (cambios hormonales), entre otros. Con ello se observa algunos incrementos de la tasa cardíaca, respiratoria, tensión muscular, temperatura, sudoración, etc., así como molestias digestivas, intestinales, dermatológicas, ginecológicas, etc.

En tercer lugar, se produce un condicionamiento directo (condicionamiento clásico) por el cual se asocia la situación en la que se sufrió el asalto (y otras situaciones o estímulos similares) con las respuestas de alta activación fisiológica y el miedo (malestar subjetivo, pensamientos anticipatorios, etc.). A partir del asalto, la víctima reaccionará con activación fisiológica y malestar subjetivo frente a la situación en la que se sufrió el problema o frente a situaciones similares. Ello producirá una tendencia fuerte a evitar este tipo de situaciones.En cuarto lugar, se producen una serie de fenómenos que son consecuencia de los anteriores, como es la falta de concentración (dificultades para leer),
problemas para recordar o dejar de recordar algunos aspectos del suceso, agotamiento cognitivo, físico y emocional, insomnio, embotamiento (sensación de irrealidad, de que no es posible que haya sucedido), entre otros.

¿Qué tratamientos considera más efectivos para el tratamiento de TEP?¿Es necesaria la intervención de la psicofarmacología para su recuperación?

La Organización Mundial de la Salud acaba de hacer pública una recomendación
dirigida a los médicos de Atención Primaria de todo el mundo en la que se desaconseja el tratamiento farmacológico de los síntomas, especialmente de tranquilizantes para los síntomas de ansiedad y activación fisiológica, así como hipnosedantes para dormir.

En su lugar, recomienda una intervención psicológica de tipo cognitivoconductual y de intensidad baja, como es la psicoeducación emocional; es decir, informarle de qué síntomas se espera que tenga, advertir de que es normal que aparezcan, pues son la base del aprendizaje emocional que la víctima debe desarrollar para protegerse frente a sucesos similares (es adaptativo recordar un suceso de este tipo, aprender a estar en alerta frente al mismo, temerlo e incluso evitarlo) y darle algunos consejos de autorregulación emocional que le ayuden a disminuir la frecuencia de los síntomas, en lugar de aumentarlos. Algunas recomendaciones útiles en este sentido son: aceptar la reexperimentación como si estuviera viendo un vídeo de lo que sucedió, pero ya sucedió, no está sucediendo de nuevo; señalar que aunque la rememoración provoca actualmente
mucha activación y mucho malestar, estos síntomas irán disminuyendo con el tiempo, si no se les da importancia ni a la reexperimentación ni a la activación; tratar de distraerse con otras actividades, en lugar de estar todo el tiempo pensando y dando vueltas al suceso; y tratar de reevaluar lo sucedido, quitándole importancia, en la medida de lo posible.

Si con esta intervención de bajo nivel (psicoeducación) no fuese suficiente, entonces se debería iniciar un entrenamiento de mayor nivel, con técnicas de reestructuración cognitiva y exposición, que son las dos principales técnicas que gozan de mayor evidencia.

¿Es posible que esta lesión psíquica sea superada con el paso del tiempo y la aplicación de tratamientos efectivos o puede quedar como secuela en la persona victimizada?

El tiempo puede curarlo todo, si se siguen los consejos adecuados que acabamos de señalar. Y si el tiempo no estuviese produciendo este efecto habría que iniciar un tratamiento cognitivo-conductual con un buen especialista en este tema. La Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS) tiene un servicio de asesoramiento gratuito al que se puede acceder por correo electrónico (seas.cons@psi.ucm.es).